A veces estamos tan enfocados en adquirir más conocimiento, en lograr cosas “grandes” o a veces hasta nos obsesionamos tanto con que Dios nos hable y nos revele algo nuevo, que nos olvidamos de lo fundamental…
AMAR
Jesús fue bien claro cuando dijo que el mandamiento más importante era amar a Dios y amar a nuestro prójimo y aunque muchos podemos decir con confianza que procuramos cada día amar y agradar a Dios … ¿qué hay de nuestro prójimo? ¿Será que a veces nos enfocamos tanto en amar a Dios y hacer cosas para Él PERO nos olvidamos de amar a otros?
A veces nuestro amor por Dios abunda, pero nuestro amor
por otros carece.
“Si pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles pero no amara a los demás, yo solo sería un metal ruidoso o un címbalo que resuena. Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada. Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso[a]; pero si no amara a los demás, no habría logrado nada… La profecía, el hablar en idiomas desconocidos, y el conocimiento especial se volverán inútiles. ¡Pero el amor durará para siempre!” (1 Corintios 13:1-3, 8 NTV)
Me encanta como justo antes de este pasaje dice: “Pero ahora déjenme mostrarles una manera de vida que supera a todas las demás.” (1Cor.12:31 NTV)
Amar es mucho más que un sustantivo y es mucho más que una actitud en un momento dado, es una manera de vida constante.
En su libro “El amor hace” Bob Goff cuenta que cada vez que quiere escribir la palabra “amar” (love) en su teléfono, el auto corrector lo cambia a “vivir” (live) el cual le recuerda que la palabra amar y vivir no solo son sinónimos sino que es la manera de vida que Jesús nos llamó a vivir.
Y no siempre es lo grande o lo visible de la obra lo que cuenta sino el amor con que la hacemos.